Por la sensibilidad del hombre

 Regalo dominical.

“Tendría que haber también una intensificación de la sensibilidad del hombre, hasta el punto que le resulte intolerable sacrificar animales por mero deporte y matarlos en masa en el terror espeluznante de los mataderos. Podría obtenerse más facilmente mejor alimento en tal abundancia, que los hombres semiagotados y semibrutalizados ya no necesiten comer carne ni explotar el trabajo de animales medio muertos, enfermos y tristes. En otras palabras, dejaríamos de ser un planeta de presidiarios y carcelarios.

Como todo lo creado es interdependiente, según dice Mc Innes, lo que afecta a una forma de vida tiene que afectar forzosamente a todas las demás. Si deliberadamente, ocasionamos sufrimiento y enfermedades a otros seres vivientes, incrementamos nuestro propio dolor. Toda la creación se atormenta con las agonías espantosas que inflingen los viviseccionistas a pobres criaturas indefensas. El alivio que puede suponer para los hombres el conocimiento adquirido a expensas de tales torturas, dice Mc Innes, será inferior muchas veces al sufrimiento recrudecido en alguna otra parte del todo. Toda la creación padece cuando las plantas son abrasadas a millones por los asesinos químicos de las hierbas.

De la misma manera que todo ser creado recibe un golpe por cada víctima de la guerra o por cada prisionero torturado en un campo de concentración, también lo recibe cuando muere un conejo de mixomatosis producida por los seres humanos o cuando se marchita en la agonía una planta emponzoñada deliberadamente con tóxicos químicos. La vida no es más que una -dice Mc Innes- no hay excepción.“

P. Tompkins, Ch. Bird