Echo piso

Nos paramos en nuestros dos pies, 

dando tumbos damos los primeros pasos y repetimos el movimiento hasta hacerlo mecánico. 

Nos caemos, nos levantamos. 

Amanecemos un día sin darnos cuenta que antes no lo hacíamos, 

que flotábamos, que reptábamos, que gateábamos. 

Con la cabeza como halada por una estrella y el pecho abierto hacia el sol

hacemos repetidos paso a paso en una postura que tomó no se cuántas eras. 

Caminamos repitiendo caminos 

ralentando, acelerando 

abriendo trochas, 

dando a las superficies las características físicas para facilitar el paso, la rodada, el trote, el taconeo, 

la danza, el peso, la carga, el salto y hasta el impulso del vuelo. 

Demarcamos el terreno, trazamos la linea que une un punto con otro, 

comunicamos, tendemos puente, seguimos echando piso, 

halando el hilo y trazando pista para que despegue o baile el intento de ave de este pecho.

Echo piso

a lo hecho, pecho

honrando el camino y sus grietas, 

cual arrugas en el rostro de esta superficie en la que tuvo lugar nuestro encuentro,

que nos sostiene, que nos nutre y regenera

cual arrugas en mi rostro, 

rastros del repetido gesto que ha acompañado los pasos 

unidades del trazado, tuyo y mío; del tejido,